No hay duda de que el arte y más concretamente la pintura siempre se han llevado bien con la comida y la gastronomía.
En los años 60´s hubo un movimiento Eat Art caracterizado por transformar la relación entre la comida y el arte, haciendo de esta su medio de creación y al mismo tiempo el soporte de la obra.
La mesa es un escenario que enfrenta a dos o más personas, ese instante donde el mínimo error puede marcar el destino de un encuentro. Ya sea de una reunión de negocios o en una cena romántica, la elegancia que se ofrece en una mesa es el reflejo de cómo se es en otros aspectos de la vida.
Ayer acudimos a la invitación de nuestros amigos el escultor oaxaqueño Lorenzo Martínez y la pintora francesa Giselle Moranton que nos compartieron su conocimiento, el gusto y la importancia en donde el poner una mesa puede llegar a ser un arte si tenemos en cuenta que interviene el conocimiento del protocolo, el buen gusto y la creatividad; habilidades que pueden convertir una comida en una fiesta y un cuadro en una obra de arte.
La casa de Lorenzo y Giselle es un escenario en donde rodeados de arte, una deliciosa comida y una interesante platica pueden convertir una reunión en una fiesta para los cinco sentidos.
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