El consumo frecuente de alimentos fritos puede acarrear una serie de problemas para nuestra salud física y mental. Esto es lo que sostiene una reciente investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
En el caso de comida frita, su consumo habitual durante un largo periodo de tiempo puede aumentar el riesgo de desarrollar problemas de salud mental, como ansiedad y depresión.
Para el estudio, los investigadores analizaron los datos de cerca de 141.000 personas del Biobank de Reino Unido y descubrieron que aquellos que consumían casi a diario patatas fritas tenían un 12% más de probabilidades de sufrir ansiedad y un 7% más de depresión. Esta relación entre mala alimentación y una deficiente salud mental se diagnosticaba en los hombres y en personas jóvenes.
¿Por qué las patatas fritas pueden ocasionar ansiedad?
“En el estudio mencionado se habla de consumo frecuente, es decir, diario”, aclara el nutricionista y psiquiatra Stefano Erzegovesi, autor del estudio. Si consumimos productos fritos cada día, nos exponemos a la acrilamida, un químico presente en las patatas fritas, las galletas, el pan y el humo del tabaco.
Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), la acrilamida “es una sustancia química que se forma en productos alimenticios ricos en almidón durante procesos de elaboración a alta temperatura, como fritura, horneado, tueste y, asimismo, transformación industrial, a más de 120 °C y en condiciones de baja humedad”. En los últimos años, los científicos han estudiado la relación entre la neuro inflamación y la acrilamida, de la que se sospecha que tiene capacidad para dañar el ADN y generar estrés oxidativo en el cuerpo.
“Cuando el cuerpo experimenta estrés postprandial e inflamación se desencadena una cascada de acontecimientos que pueden llevar a la producción de sustancias proinflamatorias llamadas citoquinas. Para mitigarlo, se recomienda seguir una dieta equilibrada que incluya alimentos integrales y evitar los carbohidratos refinados y grasas poco saludables, así como practicar deporte”, concluye Carol Coricelli, investigadora del Departamento de Neurociencia y Nutrición del Instituto Alemán de Nutrición Humana de Postdam-Rebrüke.
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