La globalización se percibe como un proceso positivo cuando de la comunicación, la ciencia y las tecnologías se trata, sin embargo, esta misma representa un efecto pernicioso cuando se resaltan sus aspectos negativos: la explotación de los ecosistemas a un ritmo mayor del que se puede regenerar y la desigualdad económica son dos de los aspectos que hablaremos en este artículo.
Para empezar, pensemos en que la globalización tiene ganadores y perdedores:
Eduardo Galeano mencionaba, en “Las venas abiertas de América latina”, la hegemonía que tienen países desarrollados sobre los no desarrollados o en desarrollo, así como la explotación de sus recursos y riquezas naturales, y la fuerza de trabajo que provocan una concentración del capital en ciertas zonas generando una sobreacumulación en regiones urbanas y una escasez en zonas rurales.
Un ejemplo que podemos encontrar en la historia es cuando América fue saqueada con la llegada de los primeros españoles; el saqueo de oro, plata y otros recursos, así como la utilización de los indígenas como esclavos, fueron situaciones que logaron que los españoles vivieran en abundancia durante los primeros siglos después del descubrimiento, mientras que los indígenas vivieron en la miseria y el hambre. Este mismo contraste se ve actualmente entre la riqueza del norte y la pobreza del sur.
Por otra parte, la globalización está relacionada con un mercado que persigue, principalmente, el beneficio económico, y donde las normas ambientales para la protección y conservación del medio pierden importancia debido al consumismo exagerado que conllevan a la sobreexplotación de los diferentes recursos que sean necesarios para satisfacer los altos porcentajes de demanda que originan los consumidores. Diferentes regiones del mundo se han visto afectadas a tal grado de provocar daños irreversibles que, igualmente, conllevan daños a la población.
El problema del deterioro del medio asociado a la globalización y la actividad humana es bastante contradictorio porque existen muchos intereses de por medio, sobre todo de las grandes empresas.
El ser humano todavía no ha resuelto una de las claves necesarias para proteger su propia supervivencia, y es que, según la paradoja de Bossuet, los hombres se lamentan en general de aquello que aceptan en particular, es decir que existe una inconformidad con las consecuencias, siendo que se consintieron las causas.
Para mayor información revisar:
Rózga Luter, R. (2001). Región y Globalización. Convergencia. Revista de Ciencias Sociales, 8 (25)
Cordera Campos, R. (2017). Globalización en crisis; por un desarrollo sostenible. Economíaunam, 14 (40), 3-12.
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