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El JWST revela pistas sobre el origen de las primeras estrellas del Universo

Por: Joel Charles

El Telescopio Espacial James Webb (JWST) avanza en la detección de las estrellas más antiguas del cosmos.


Uno de los objetivos principales de la astrofísica moderna es rastrear la presencia de las primeras generaciones de estrellas en el Universo, conocidas como Población III. Este hito se encuentra cada vez más cerca gracias al renombrado Telescopio Espacial James Webb (JWST), que, según un estudio publicado el 6 de junio, ha detectado los primeros indicios de estos cuerpos celestes primordiales.


El origen de las primeras estrellas y galaxias se remonta al Big Bang, la explosión primordial que dio lugar a los elementos químicos más fundamentales del Universo: el hidrógeno y el helio. Estos elementos, considerados "metales" por los astrofísicos, son de vital importancia, ya que constituyen al menos el 99% de los átomos del Universo. A partir de ellos y de los procesos astrofísicos que aún ocurren hoy en día, como la fusión nuclear, las explosiones de supernovas y las colisiones de enanas blancas y estrellas de neutrones, se forman los demás elementos pesados que conocemos.


Estos metales desempeñan un papel esencial en la formación y clasificación de las estrellas. Los astrónomos las clasifican en tres poblaciones según su "metalicidad":


- Población I: las estrellas más jóvenes del Universo, con una alta densidad de metales, se forman a partir de la muerte de estrellas gigantes anteriores. Representan el 2% de la galaxia, y el Sol es un ejemplo de estas estrellas.


- Población II: contienen una baja cantidad de metales y se consideran estrellas viejas, muchas de las cuales se han convertido en enanas blancas.


- Población III: las estrellas más antiguas del cosmos, prácticamente sin elementos pesados, se estima que eran de gran tamaño y todas ellas se extinguieron antes incluso de que el Sol existiera. ¿Pero cómo es posible observarlas si ya han desaparecido?


La creación del Telescopio Espacial James Webb (JWST) ha sido fundamental para que los astrónomos puedan observar el pasado y estudiar fenómenos y elementos que existieron hace millones de años.


Esto es posible gracias a una regla básica de la física: la velocidad de la luz, que viaja a unos 300 mil kilómetros por segundo. Cada vez que observamos estrellas, estamos mirando hacia el pasado. En ese sentido, cuanto más lejos observemos en el Universo, más nos adentramos en el pasado.


El impresionante telescopio es capaz de captar la luz, o más precisamente, las longitudes de onda, utilizando una amplia gama de luz infrarroja a través de su instrumento NIRcam (sensor de frente de onda del observatorio y un generador de imágenes). Esto permite evaluar la antigüedad de los cuerpos celestes mediante la observación de sus longitudes de onda, y cuán largas y rojas son estas.


Con estos avances, el Telescopio Espacial James Webb (JWST) se acerca cada vez más a descubrir las primeras estrellas del Universo, proporcionando información invaluable sobre los albores del cosmos.

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