El 22 de junio de 1986, Maradona saltó por los aires llevándose, con la “mano de dios”, el balón, las ilusiones mundialistas de la selección inglesa y la credibilidad del arbitraje.
38 años después, la polémica sigue en el aire con otros protagonistas. El entrenador alemán Julian Nagelsmann comenzó la rueda de prensa posterior al partido contra España de cuartos de final de la Eurocopa 2024 reclamando el uso de la inteligencia artificial para arbitrar situaciones como la protagonizada por el jugador español Marc Cucurella. Este interceptó un balón con la mano en el área en el minuto 106 de la eliminatoria, sin que la acción fuera sancionada.
España ganó a Alemania, la anfitriona, gracias a un gol de Mikel Merino en el minuto 118, justo antes de terminar la segunda parte de la prórroga.
La épica victoria española fue cuestionada por esa posible mano del defensa de la roja dentro del área, lo que hubiese supuesto penalti a favor de Alemania.
Lejos de valorar los aspectos deportivos, nos preguntamos si la reclamación de Nagelsmann tiene sentido. Es decir, si la inteligencia artificial puede ayudar en este aspecto.
La tecnología en el fútbol
Aunque la FIFA ha sido reacia por muchos años a incluir avances tecnológicos en el fútbol de élite, hoy tenemos varios ejemplos de uso exitoso, como el videoarbitraje, el fuera de juego semiautomático o la tecnología de gol. Esta última consiste, según la FIFA, en el sistema de detección automática de goles que permite determinar de forma instantánea si el balón ha rebasado o no en su totalidad la línea de meta.
Otra aplicación tecnológica introducida de forma reciente es la llamada connected ball (bola conectada). A través de un sensor, el balón registra hasta 500 datos por segundo.
Su procesamiento permite identificar todos y cada uno de los impactos individuales que recibe el balón. Gracias a ella, la existencia de contacto con la pelota está ya fuera de toda duda. Las imágenes hacen el resto, al determinar si el contacto fue con la mano o con otra parte del cuerpo. Esos dos aspectos, contacto y lugar de contacto, parecen resueltos con la tecnología actual.
Trayectoria e intención: las dudas de Nagelsmann
Tras el partido, los medios se han hecho eco de dos declaraciones del seleccionador alemán. En Infobae citan lo siguiente: “Debería haber una inteligencia artificial que calcule dónde iría esa pelota”.
Mientras que el diario Marca destaca la siguiente expresión: “Me gustaría que se valorara la intención que se tiene con el balón cuando se da con la mano. No se sabe dónde está la intención (…) debería haber una inteligencia artificial que lo determinara”.
En el primer caso, se trata de un problema de cálculo de trayectoria. Es decir, un problema físico/matemático de gran complejidad. Hay que tener en cuenta variables propias del balón como su trayectoria de salida, su velocidad lineal, inclinación y velocidad de giro. Además, habrá que contemplar factores externos como el viento, la humedad del aire o incluso la presión atmosférica.
Gracias a la tecnología connected ball, las variables propias parece que son un dato que se puede obtener de forma realista. En cuanto a los factores atmosféricos, el único difícil de prever es el viento exacto en un momento dado.
Es decir, se podría hacer un modelo de trayectoria cuando menos aproximado que, con un margen de error, determine si la trayectoria es hacia los tres palos. Al margen, claro, del debate futbolístico que esta predicción pueda desencadenar.
Determinar la intencionalidad
Por otra parte, el diario deportivo pone el acento en la reclamación relativa a la intencionalidad. Parece claro, dado que se busca determinar la intencionalidad de un gesto, que desde el punto de vista de la inteligencia artificial se trata de un problema de clasificación en el que las posibles salidas serían: “intencionado” y “no intencionado”.
Un sistema clasificador basado en inteligencia artificial funciona mediante un entrenamiento a partir de ejemplos previamente etiquetados. Esto es independiente del tipo de datos que se utilicen para la clasificación. Estos pueden ser numéricos, textuales, de sonido o de imagen. En este caso, debemos centrar el análisis en los datos de tipo imagen, dado que las múltiples cámaras que registran los partidos de élite ofrecen casi todas las perspectivas con muy alta definición.
Ahora que tenemos las imágenes, debemos entrenar a un sistema con ejemplos previamente clasificados. Es decir, casos en los que haya consenso entre árbitros. Aunque son muchos los partidos que hoy en día se recogen con tal calidad de imagen, son pocas las ocasiones que podríamos calificar como similares a la que pretendemos analizar. Por ejemplo, en el caso de la mano de Cucurella, no encontraremos muchos ejemplos con los que entrenar al sistema.
Por otra parte, hay que resolver el problema de la explicabilidad. Es posible que la inteligencia artificial pueda tomar la decisión. Incluso puede tomar una decisión acertada. Sin embargo, recordemos que se trata de un sistema de caja negra en el que no se ofrece una explicación de los motivos de la decisión. Claramente, esto no sería aceptado por las aficiones correspondientes. Por ello, la validez de estos sistemas quedaría en entredicho.
Jurisprudencia y videoarbitraje
Ahora bien, podríamos afrontar el problema de una forma diferente, a través de la búsqueda de ejemplos similares. Ante la incapacidad del sistema de decidir, lo que podemos hacer es pedirle que busque ejemplos similares.
Esto ya existe. Los buscadores web permiten hacer búsquedas de imágenes similares a una dada. Por tanto, el sistema de videoarbitraje podría ofrecer al árbitro un catálogo de ejemplos previos, en los que haya habido consenso en la aplicación del criterio. La decisión del árbitro emanaría de dichos ejemplos.
Los árbitros ya reciben una formación en la que se les exponen ejemplos de este tipo, así que estaríamos hablando de un sistema de apoyo a la toma de decisiones más que de un sistema decisor.
Ahora bien, estamos ante un deporte pasional. Seguramente, lo que haríamos sería desplazar el debate. En lugar de asistir a una polémica sobre si lo de Cucurella ha sido mano o no, empezaríamos a escuchar cosas como: “el remate de Jon Doe (nombre ficticio) debió ser invalidado en 1996 (año ficticio)” o “si Maradona era dios, su mano también”.
Luis de la Fuente Valentín, Profesor del Máster Universitario en Análisis y Visualización de Datos Masivos, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja
FUENTE: EL ECONOMISTA
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