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Por Ricardo Burgos Orozco
Cuentan que el expresidente norteamericano Lyndon B. Johnson dijo alguna vez que México era el trampolín para el traslado de drogas hacia Estados Unidos a lo cual el entonces mandatario Gustavo Díaz Ordaz (1964 – 1970) contestó que donde hay un trampolín es porque hay una alberca y esa alberca es nuestro vecino del norte.
Con el paso de los años esa afirmación del presidente mexicano cada vez cobra mayor peso debido a que la Unión Americana se ha convertido en el principal mercado de consumo de todo tipo de drogas. A consecuencia de ello, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes calcula que alrededor de 100 mil personas mueren anualmente en ese país por consumo de opioides.
Lo peor es que en México hay un aumento preocupante de consumo de estupefacientes debido al estrés, la ansiedad y el aislamiento resultantes de la pandemia de Covid 19 de la cual apenas estamos saliendo o cuando menos los contagios y los fallecimientos se han reducido al mínimo.
En las últimas semanas se ha hablado principalmente del fentanilo porque hay una lucha frontal contra este precursor sintético que fue fabricado por primera vez por Paul Janssen en 1960 y aprobado para uso médico en Estados Unidos en 1968. Se usa principalmente como analgésico en la medicina.
En los años recientes se ha usado en el mercado de drogas ilegales aprovechando la demanda de opiáceos como la heroína y los medicamentos recetados. En 2016, el fentanilo y los análogos de fentanilo fueron la causa más común de muerte por sobredosis en la Unión Americana con 20 mil, la mitad de todos los fallecimientos relacionados con drogas.
En México supuestamente no se produce fentanilo, aunque se han encontrado pequeños laboratorios, pero el principal fabricante es China; de ahí que el presidente Andrés Manuel López Obrador enviara una carta al gobierno chino pidiendo establecer un control sobre la exportación de este medicamento a nuestro país y territorio norteamericano para detener el consumo. El Ministerio de Asuntos Exteriores de China contestó que no existe tráfico del opiáceo a México.
Sin embargo, el mercado de drogas ilícitas en Estados Unidos tiene un valor de 150 mil millones de dólares. Un kilo de fentanilo se puede comprar en un precio promedio de 25 a 30 mil dólares; aquí puede alcanzar un costo de 13 mil 500 dólares; una pastilla oscila entre 6 y 65 dólares.
Pensar que Paul Janssen creó el medicamento en 19º60 para aliviar dolores de distinta índole, pero se ha convertido en una droga más fuerte que la morfina y la heroína y cuyo mercado ilegal ha crecido de manera escandalosa sobre todo por el costo que representa y la manera tan sencilla que se allega consumidores por su alta posibilidad de adicción.
Es cierto que Estados Unidos sigue siendo un mercado enorme de consumo de drogas, pero si no llevamos a cabo en México campañas eficientes contra la drogadicción, en un futuro cercano podríamos convertirnos más en alberca que en trampolín.
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