Por Daniel Lee
En el panorama económico de México, un fenómeno ha venido tomando protagonismo en los últimos años: el trabajo independiente, y las mujeres han sido un componente crucial en la evolución reciente.
Pero déjeme decirle, persisten brechas y desigualdades significativas. Eso no ha cambiado gran cosa., aunque pese a entornos difíciles las mujeres se las ingenian, son creativas todo el tiempo, y muchas lo hacen con éxito. Lo vimos desde antes de la pandemia por el Covid-19 cuando imprimieron un mayor dinamismo como nanis. El trabajo independiente, y no precisamente informal, se convirtió en una gran fórmula.
Según los datos proporcionados por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), este segmento laboral abarca a una impresionante cifra de 13.2 millones de personas en el país.
Más aún, este nicho ha experimentado un notorio crecimiento durante el proceso de recuperación del mercado laboral pospandemia, con un aumento de 843,381 personas registradas en esta categoría en comparación con los números previos al brote.
Este ascenso en los ingresos derivados de actividades autogestivas no es homogéneo, pues se destaca especialmente en el sector femenino.
Aunque la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) no permite un seguimiento detallado, se ha identificado un crecimiento sostenido del trabajo independiente, especialmente entre el 2020 y el 2022.
Sin embargo, un elemento que no puede pasarse por alto es la distribución de los ingresos en los hogares mexicanos.
A pesar de un modesto incremento promedio de 0.2% en los ingresos entre el 2016 y el 2022, apenas se ha logrado una distribución más equitativa de estos ingresos.
El trabajo independiente ha contribuido significativamente a este proceso, con un aumento del 18.3% en los ingresos obtenidos por esta vía, superando el avance del 1.6% en los ingresos derivados de trabajos subordinados.
Además, las transferencias en efectivo han desempeñado un papel crucial, aumentando en un 10.7%.
Empero, estos cambios en los ingresos han tenido un impacto en la desigualdad económica en el país.
Pero insisto, se ha observado apenas una disminución incipiente en las brechas de género y en la desigualdad entre hogares. Estos cambios se reflejan en los ingresos, aunque aún queda trabajo por hacer para lograr una equidad completa en estos aspectos.
En resumen, el crecimiento del trabajo independiente en México ha sido un factor determinante en la evolución económica y la reducción de la desigualdad. A medida que este fenómeno continúa expandiéndose y transformando la dinámica laboral en el país, es fundamental que las políticas gubernamentales y las estrategias económicas sigan adaptándose para aprovechar al máximo el potencial de esta tendencia y asegurar un desarrollo sostenible e inclusivo para todos los sectores de la sociedad. Así las cosas. Hasta la próxima…
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