Por Déborah Buiza
@DeborahBuiza
A veces la vida te presenta encrucijadas en las que cualquier decisión que tomes no es la mejor, la que a ti te gustaría o la que te dejaría mejor parado. Digamos que son esos momentos en los que tienes que optar entre lo malo, lo peor y, como decía mi profesor Pedro Antonio, “lo más piors” (que eso ya era otro nivel muy por arriba de lo peor), y aunque puesto así, obviamente dirías: “bueno, es mejor optar por lo malo”, no siempre está tan claro qué es lo menos “piors” como para optar por ello.
No siempre se puede decidir por la mejor opción, porque tal vez no exista en ese momento, y puede ser que cuando haya que elegir tampoco estemos en las mejores condiciones para obtener los mejores resultados.
¿Qué hacer cuando, entre las opciones que tenemos, realmente ninguna es “la opción”?
Podríamos hacer el ejercicio de aceptar que por el momento las cosas son así y que no siempre pueden ser de la manera en que a nosotros nos gustaría; que no todo tiene que salir bien y fantástico todo el tiempo, y tampoco es obligación “sacarle” lo positivo ni el aprendizaje a la experiencia (a veces sólo se necesita dejarlo ir y a otra cosa).
Considerar que lo que anticipamos como resultado de esa decisión puede no ser tan malo y salir mejor de lo planeado, e incluso confiar en que, cualquiera que sea el resultado, podremos resolverlo o manejarlo.
Tener en cuenta que es posible tomar otras decisiones sobre la marcha, que amortigüen los efectos de la decisión inicial e, incluso, considerar que las condiciones y circunstancias pueden cambiar y, con ello, modificar los resultados.
Y aunque suene un poco a consejo "light", no perder de vista de “lo bueno dentro de lo malo”, que podría hacer una diferencia en la manera en la que enfrentamos los resultados y cómo nos sentimos con ellos, de forma que podamos manejar la ansiedad, la frustración y el enojo conforme aparezcan.
Nunca estará de más tener un espacio o actividad que nos produzca bienestar y al que podamos recurrir para tomar aire y recargarnos para estar listos y enfrentar lo que siga y lo que haga falta.
Agrego una última idea: ya que has tomado la decisión -cualquiera que sea-, soltar y confiar (incluso aunque sea difícil al principio y no sepas cómo) en que eres capaz puede colocarte en un mejor lugar.
Y tú ¿cómo enfrentas la elección de opciones que parece que no lo son?
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