Hay cosas que resultan difíciles de hacer… como decir que NO cuando quisieras decir que SI pero en el fondo sabes que en realidad no es conveniente ni sano para ti.
Decir NO cuando le tienes aprecio, admiración o miedo a la persona que te está pidiendo algo que sabes que no es bueno para ti.
Decir NO cuando piensas o sientes que ya tienes mucho invertido en esa situación o relación.
Decir NO cuando estás en un momento vulnerable, distraído o tratando de resolver otras cosas.
¿Te suena familiar?
Me gustaría proponerte revisar en tu historia personal qué tan fácil o difícil te ha resultado decir que NO y si tienes un poquito más de tiempo te preguntaras ¿quién te enseño a decir que NO?
Decir NO requiere el conocimiento de uno mismo, de saber que cosas son inaceptables para nosotros, cuáles son nuestros NO negociables, cuáles son los límites que necesitamos colocar para cuidar de nosotros, para encontrarnos en paz y bienestar.
Decir NO puede requerir práctica porque es probable que nos hayan enseñado a decir que si aunque eso implicara pasar por encima de nuestras necesidades, también es probable que nos hayan hecho dudar o sentir culpables cuando hemos dicho que NO y por ello nos cuesta más trabajo.
Decir NO puede requerir valentía porque quizás tengamos que soportar la crítica y las etiquetas de “falta de disponibilidad o disposición” o de ser personas “negativas”.
¿Recuerdas algún momento en el que hubieras querido externar un NO y no te fue posible? ¿Qué sucedió?
Recientemente encontré un texto que hablaba sobre los Derechos Asertivos y entre ellos está el Derecho a decir que NO. ¿Puedes creerlo? Tienes derecho a decir NO.
Tener derecho a decir que NO implica que tenemos derecho a rechazar peticiones sin sentirnos culpables o egoístas, incluso, sin dar mayores explicaciones o justificaciones. Sé que es increíble de creer (porque con frecuencia la realidad nos dice lo contrario) pero nuestro NO debería ser suficiente y debería ser respetado.
¿Puedes decir que NO?
Claro que no se va a poner uno negativo, imprudente e insolente a aplicar NO a diestra y siniestra sin ton ni son, como si fuera uno rebelde sin causa, sólo porque sí y además de manera grosera y altisonante… decir que NO es una herramienta útil, eficiente y necesaria que se puede aprender y perfeccionar.
Te propongo estos ejercicios:
1) Durante todo un día imagina que a todo le dices que NO y observa que pasa, cómo te hace sentir que podrías decir que NO.
2) Haz una lista de personas y situaciones a las que te gustaría decirle que NO y encuentra al menos 3 formas de expresarles tu NO, ya que encuentres con la que te sientas más cómodo práctica frente al espejo el decirlo.
3) Pregúntate que pasaría si le dices que NO a tal persona o tal circunstancia.
4) Ubica un ejemplo de alguien a quien admires porque sabe decir que NO y “estudia” cómo es que lo hace.
Encuentra tu estilo personal para decir tus NO. ¡Practica decir que NO!
A veces es fácil externar el NO pero sostenerlo frente a las consecuencias o los efectos ya es otra cosa y puede uno querer echarse para atrás, pero si somos conscientes de nuestras razones para la negativa podremos resistir hasta que pase el momento incómodo.
¿A qué te gustaría decirle que NO?
Decir que NO puede ser incómodo pero necesario y es posible que te de temor por los resultados, pero a veces como dice el dicho es “mejor una colorada que 100 descoloridas”. Decir que NO puede sacarnos de lugares peligrosos, nos puede poner a salvo, así que vale toda la pena.
Repite conmigo “Tengo derecho a decir NO”.
Que nuestros NO nos protejan de los abusos, nos sean útiles para poner límites, para cuidarnos, que los NO sin culpa nos den libertad emocional.
Y tú, ¿a qué le dirás que NO?
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